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Comprendiendo las Lesiones de Disco Lumbar

Comprendiendo las Lesiones de Disco Lumbar
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La lumbalgia puede surgir de diversas estructuras en la zona lumbar. Cuando los síntomas incluyen dolor, hormigueo, entumecimiento y/o ardor que se irradia hacia el glúteo, muslo, la pantorrilla o el pie, una posible causa puede ser una lesión en uno o más discos intervertebrales. Estos discos tienen la función de estabilizar la columna lumbar, absorber fuerzas, y facilitar su rango de movimiento.

La zona lumbar está compuesta por cinco vértebras lumbares separadas por discos intervertebrales situados en la porción anterior de la columna vertebral. El núcleo pulposo es una estructura gelatinosa situada en el centro del disco que proporciona gran parte de la resistencia y la flexibilidad de la columna vertebral. En los discos jóvenes y sanos, el núcleo pulposo está compuesto por un 66-86% de agua, y el resto consiste principalmente en colágeno tipo II y proteoglicanos. El anillo fibroso, que rodea este núcleo, está formado por capas concéntricas (láminas) de tejido conectivo fibroso, cada una orientada a unos 60 grados con respecto a la capa adyacente. Este diseño radial entrecruzado proporciona una gran resistencia y ayuda a prevenir la fuga del núcleo pulposo, de forma muy similar al refuerzo de un neumático radial en un automóvil. Finalmente, cada disco está anclado a las vértebras por encima y por debajo mediante placas terminales cartilaginosas.

Las lesiones de disco comunes incluyen protuberancia discal (el anillo permanece intacto, pero el disco se extiende más allá de sus límites normales), hernia discal (el núcleo pulposo empuja a través del anillo), desgarro discal (el propio anillo se desgarra), lesión de la placa terminal discal (el núcleo pulposo se introduce en la placa terminal vertebral), y degeneración discal (deterioro progresivo que provoca la pérdida de altura del disco). Otras afecciones menos comunes incluyen la infección o invasión neoplásica (tumor) del espacio discal. Es importante destacar que las lesiones de disco no siempre son sintomáticas, por lo que las pautas suelen no aconsejar el uso de técnicas de imágenes avanzadas para la lumbalgia sin complicaciones, ya que una hernia discal observada no explica necesariamente los síntomas del paciente.

Varios estudios han demostrado que es casi imposible que se produzca una hernia en un disco sano. Más bien, cuando una lesión aparente se produce tras un traumatismo percibido, como levantar objetos con una mala postura, suele representar la culminación de un proceso degenerativo más largo en el que el disco finalmente ejerce presión sobre una raíz nerviosa. Los factores de riesgo a largo plazo para la degeneración discal incluyen la obesidad, los antecedentes familiares de enfermedad discal, y las ocupaciones o actividades de ocio físicamente exigentes.

La buena noticia es que muchas lesiones discales pueden tratarse sin cirugía en un centro quiropráctico utilizando un enfoque multimodal. Esto puede incluir manipulación espinal y otras terapias manuales, ejercicio terapéutico, modalidades de fisioterapia, y estrategias antiinflamatorias complementarias como la crioterapia, la modificación de la dieta, y suplementos. A corto plazo, el tratamiento se centra en restaurar la movilidad normal alrededor del disco y reducir la irritación de la raíz nerviosa. A largo plazo, el objetivo es estabilizar la columna vertebral y corregir los problemas biomecánicos que puedan sobrecargar el disco. Si los síntomas no responden adecuadamente, puede ser necesario remitir el paciente a un especialista para que realice intervenciones más invasivas, incluyendo opciones quirúrgicas de ser necesario.

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