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La Lumbalgia y la Fascia Toracolumbar

La Lumbalgia y la Fascia Toracolumbar
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Se estima que aproximadamente el 7,5% de la población mundial experimenta al menos un episodio de lumbalgia al año, contribuyendo significativamente a los costos de atención médica y la pérdida de productividad. La mayoría de los casos de lumbalgia son clasificados como inespecíficos, lo que significa que no existe una patología latente identificable, como una infección, un tumor, osteoporosis, o un trastorno inflamatorio. En realidad, la lumbalgia inespecífica se debe principalmente a problemas mecánicos que afectan a las articulaciones, los músculos, y los tejidos blandos de la zona lumbar debido a distensiones, desequilibrios musculares, desacondicionamiento, rigidez, o patrones de movimiento deficientes. Una estructura anatómica de la zona lumbar que puede contribuir significativamente a la lumbalgia inespecífica es la fascia toracolumbar.

La fascia toracolumbar se compone de varias capas de tejido conectivo fibroso ricamente inervado en la zona lumbar. Estas capas conectan músculos posturales y centrales fundamentales para proporcionar estabilidad a la columna vertebral y transferir eficientemente las fuerzas entre la columna vertebral, la pelvis, y las extremidades. En una persona sana, estas capas fasciales se deslizan suavemente una sobre otra durante los movimientos cotidianos, como caminar, agacharse, y girar. Sin embargo, una tensión excesiva en la fascia toracolumbar—debido a movimientos repetitivos sin un descanso adecuado, tejido cicatricial de lesiones previas, o la pérdida de elasticidad por envejecimiento o inmovilización—puede incrementar la tensión de cizallamiento entre estas capas fibrosas. Este aumento de la tensión de cizallamiento restringe el movimiento fascial normal, dificultando las actividades cotidianas básicas. En consecuencia, el cuerpo compensa esta situación activando otros músculos y articulaciones, lo que puede ejercer una tensión adicional sobre estos tejidos y provocar inflamación, microtraumatismos y, finalmente, dolor e incapacidad funcional.

Un estudio realizado en enero de 2025 mediante elastografía ultrasónica comparó la tensión de cizallamiento de la fascia toracolumbar entre 32 pacientes con lumbalgia inespecífica y 32 personas sin dolor. Los investigadores observaron diferencias claras en la tensión de cizallamiento entre los grupos. Específicamente, el grupo con lumbalgia mostró una reducción significativa del deslizamiento fascial entre las capas, lo que se correlacionó directamente con un aumento en los registros de discapacidad.

Los hallazgos durante una exploración física que pueden sugerir problemas con la fascia toracolumbar incluyen el balanceo contralateral brazo-pierna al caminar, la rotación limitada o desigual del tronco, la alteración de la secuencia de movimientos durante la flexión y extensión lumbopélvica, y los hallazgos positivos durante la palpación, las pruebas de activación muscular y las pruebas de cizallamiento miofascial. Algunos médicos también pueden utilizar la elastografía ultrasónica directamente en la consulta o a través de especialistas para cuantificar la disfunción fascial.

Si se identifican restricciones o una movilidad reducida de la fascia toracolumbar, restaurar la movilidad de la fascia mediante un tratamiento específico puede ser fundamental para el manejo del dolor lumbar. Los quiroprácticos suelen utilizar intervenciones como la terapia manual, técnicas de liberación miofascial, rodillos de espuma, y ejercicios terapéuticos específicos diseñados especialmente para mejorar el movimiento, reducir la tensión de la fascia, y aliviar el dolor.

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